martes, 6 de junio de 2017

Eres un fracasado

El tiempo nos degrada. Nacemos queriendo ser futbolistas y acabamos conformándonos con un sueldo que nos de para alimentarnos y pagar la hipoteca. Llegamos a la escuela y queremos ser los mejores, queremos llegar a ser como aquél empresario que factura millones vendiendo ropa, queremos ser trascendental como lo fue aquél estadounidense que puso a funcionar una pantalla y un teclado, o como ese que le colocó un bonito diseño y una manzana. Estamos en la Universidad y nos lo ponen de ejemplo, estudiamos sus casos pero ya sabemos que no seremos uno de ellos, aún así tenemos la esperanza de conseguir ese bonito puesto de senior en esa consultora con tanto prestigio. Avanzamos de curso y vemos que no somos capaces de sacar siquiera el curso limpio, que la hermana de tu amigo con matricula de honor y másters a pico y pala no para de vagabundear un puesto de junior por 800€. Pasamos a conformarnos con tener ese nivel básico que nos acredita la escuela de idioma para tener colgado en casa el título universitario y sentirnos triunfadores, ¿pero triunfadores de qué? Optamos a querer acabar en la asesoría del amigo de tu padre, moviendo unos papeles de arriba abajo, cuadrando tres balances y firmando cuatro papeles. Ganamos un sueldo que no llega a ser ni la décima parte de lo que de críos queríamos llegar a tener. Para tu madre eres el Messi de la Contabilidad, aunque hayas acabado como el más remoto contable de tu ciudad sin aspiraciones ninguna. A la espalda tienes una mujer, dos hijos, una hipoteca que nunca quisiste y un Seat León pagándolo a 10 años. Has acabado siendo un fracasado, uno más de la sociedad, y todo por no ser ambicioso cada día de tu vida, apartando malos hábitos conformistas y sacrificando tiempo para llegar a ser lo que un día soñaste. Pero no te preocupes, el que tienes enfrente está igual que tú